La paralización tuvo varias razones: se trataba de provincias con gobiernos opositores, se buscaba favorecer a empresarios amigos o se denunciaban sobreprecios que luego no se comprobaban. También se pararon obras por orden del FMI.
Vialidad Nacional, durante el mandato del macrismo, paralizó 51 obras en rutas de 17 provincias distintas cuando ya registraban muchísimos avances en diciembre de 2015. En algunos casos el avance físico era mayor al 50 por ciento e incluso al 70 por ciento, pero aun así fueron paradas.
La lógica indica que a Mauricio Macri le convenía terminarlas y florearse en la inauguración, pero el freno se puso igual y por varias razones. La primera, porque se trataba de obras en provincias manejadas por el peronismo o partidos provinciales y porque se decidió usar el dinero para obras en distritos de Cambiemos, principalmente CABA.
La segunda razón de muchas parálisis fue la jugada de ahogar a la constructora con el objetivo de pasar la obra a los amigos del gobierno. La tercera, porque sugerían que había sobreprecios en licitaciones lanzadas por el kirchnerismo, mandaron a revisar y en casi todos los casos terminaron manteniendo las licitaciones originales. Y, ya en la mitad del mandato, irrumpió el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, o sea que se paró gran parte de las obras por orden del FMI. Lo curioso es que, mientras tanto, Mauricio Macri usaba la construcción de rutas como un marketing trucho.
El panorama general queda expuesto también en un trabajo de la FePeViNa:
* La licitación de obras cayó de 161 por año, entre 2004 y 2015, a apenas 31 entre 2016 y 2019.
* Las obras en ejecución pasaron de 600 a 200, lo que demuestra los niveles de paralización.
* La Federación no sólo afirma que hay 51 obras paralizadas –coincide con la conducción de Vialidad– sino que existen otras 60 neutralizadas, que es un forma de decirle al contratista que se lleve las máquinas y que no corren las multas ni los tiempos de cumplimiento.
El frenado de las obras no es gratuito. En primer lugar, produce una verdadera masacre en el empleo. Buena parte de las constructoras debieron despedir personal y algunas pymes del sector hasta entraron en crisis total y cerraron. Pero, además, no sucede que una obra paralizada se puede retomar ahora como si nada hubiera ocurrido: el viento, el agua, el clima en general erosiona y obliga a remontar una situación difícil que se traduce en costos, como en Entre Ríos.
* De las 51 obras paradas, en 21 no se hizo nada después de 2016, o sea directamente se abandonaron. No se puso ni un milímetro de asfalto en cuatro años.
* Según las licitaciones vigentes en diciembre de 2015, la casi totalidad de las obras, 46 de las 51, deberían estar terminadas en este momento. Y, como es obvio, no está terminada ninguna.
* De las 51 obras, 31 tenían un avance superior al 50 por ciento en diciembre de 2015 y 10 registraban avances superiores al 90 por ciento. En estos últimos casos, la estrategia fue no terminar, dejar la obra como estaba.
* Tramos importantes –fundamentales– de la Ruta 9, entre Zárate y San Nicolás, que tienen la calzada más que dañada, tenían ejecución del 80 por ciento en 2015, pero los trabajos están paralizados por «neutralización de obra», un eufemismo usado para decir «no vamos a poner fondos en esto».
* En la misma Ruta 9, ya en Córdoba, cerca de Villa María, se licitaron obras de seguridad. Se había ejecutado el 25 por ciento en 2015, no se volvió a ejecutar nada.
* Más al norte todavía, en la ruta 9, en Tucumán, las obras de seguridad y rehabilitación de calzada estaban avanzadas en un 66 y un 70 por ciento. El último certificado de obra data de abril de 2016. Desde entonces, nada.
* La Ruta Nacional 8, que va de Buenos Aires a Santa Fe, tenía avance del 85 por ciento y 82 por ciento en 2015 en rehabilitación de calzadas. Se paró por «modificaciones de obra», lo que los técnicos de Vialidad dicen que exhibió una increíble ineficiencia de la administración macrista, ya que todo podía ser subsanado más o menos rápidamente.
* La Ruta Nacional 34, que parte de Rosario y va al norte, estaba avanzada en la rehabilitación hasta en un 88 por ciento en 2015. La administración de Macri amagó con planes faraónicos, ilusionó con una autopista, pero nunca destinó presupuesto alguno. Hace un año y medio que no se hace nada por «modificación de obra», la forma que encontraron de frenar los trabajos y cumplir lo que pedía el FMI: no poner más dinero.
* En el caso de la Autopista Balbín, en el tramo que continúa de La Plata a Ensenada, la administración macrista debía terminar el proyecto y de inmediato someterlo a una audiencia pública. En muchos casos, las autopistas tienen objeciones de los vecinos, porque la traza interrumpe o complica la vida cotidiana. Por eso se requiere la audiencia. Lo concreto es que Vialidad ni siquiera ajustó el proyecto para presentarlo a los vecinos y, por lo tanto, la justicia le impidió empezar las obras. Y frente a eso, no se hizo nada, pese a que tenía el 72 por ciento del financiamiento. Algunos dirigentes del sindicato que conduce Aleña dicen que el insólito crecimiento de la estructura gerencial de Vialidad, con ejecutivos traídos de las constructoras, produjo permanentes faltas de definiciones y una virtual parálisis. Otros consideran que el tramo a Ensenada beneficiaba a uno de los intendentes kirchneristas más aguerridos, Mario Secco, y por lo tanto la administración Macri no tuvo el menor interés en avanzar. La prioridad –se evalúa– estuvo siempre en las obras de CABA, territorio del macrismo.
* Un dato curioso surge de lo ocurrido con las rutas que atraviesan principalmente Río Negro, la Nacional 22, de Bahía Blanca a la Cordillera y la 23 de Las Grutas a Bariloche. Se dice que el gran motor para que se concreten esas obras fue Miguel Angel Pichetto. También en estos casos aparecieron problemas legales y Vialidad nunca tuvo la eficiencia ni la voluntad de solucionarlos. Y lo cierto es que –según la planilla de Vialidad– en 2015 los avances ya eran mayores al 80 por ciento, pero hay tramos de la 23 en que no se hace nada desde hace dos años y medio, y otros tramos que no avanzan desde hace cuatro años, mientras que en la Ruta Nacional 22 no hay obras desde hace dos años y dos meses
Esta ruta, la 22, es clave; atraviesa todo el Alto Valle y vincula a Neuquén capital y la zona frutícola con casi todo el país. En estos tiempos se empezó a ganar el mote de Ruta de la Muerte porque van y vienen camiones de gran porte. Como los trabajos se abandonaron, se circula por desvíos de tierra en gran parte del recorrido.
La realidad es que Pichetto terminó siendo candidato a vicepresidente de Macri, mientras las obras que impulsó están paralizadas.
Los ejemplos siguen y siguen hasta completar 51 obras en 17 provincias, con importantes avances en 2015 y paralizadas en la gestión Macri. La cuestión política parece sobrevolar. No es sólo la ineficiencia o la falta de fondos. Como se sabe, en Santa Cruz, la causa judicial que se ventila actualmente en Comodoro Py trata sobre 81 obras viales construidas en esa provincia. La diferencia es notoria: en la planilla de las autoridades de Vialidad figura una sola obra y de apenas ocho millones de pesos. Se trata únicamente del mantenimiento de un tramo de la Ruta Nacional 40, la que va de norte a sur a lo largo de cordillera. Ni siquiera esa simple conservación se terminó: los trabajos se paralizaron en febrero de 2019, hace un año.
Pero lo ocurrido en Santa Cruz tiene cierto correlato con lo que pasó en otros distritos: se trazaron planes de obras que no se hicieron y, mientras tanto, ni siquiera se hizo un mantenimiento de la red. Hoy por hoy, se calcula que un 65 por ciento de las rutas está en mal estado.
Otras dos provincias visiblemente perjudicadas fueron Formosa y Tucumán, que seguramente consideraron demasiado peronistas, pero tras el acuerdo con el FMI, el parate llegó a todos, salvo al reducto de Cambiemos, CABA.
La realidad es que no sólo se redujo al mínimo la obra pública nueva –de 161 licitaciones por año a apenas 31– sino que abandonaron lo que ya tenían avanzado. Los datos demuestras que cortaron más rutas que los piqueteros que tanto critican.
Barros Schelotto al igual que el jugador del mismo club donde Mauricio Macri fue presidente, Carlos Tevez, financiaron el negocio. El delantero fue el titular del 10% de las acciones de una sociedad anónima que Sideco y sus socios crearon para entrar en el negocio de la energía renovable según informó el mismo medio días atrás.
Tevez aportó US$ 16.998.000 mientras que Schelotto una cifra mucho menor: US$ 799.335. Este último realizó dos contribuciones al negocio. El 20 de octubre de 2016 aportó US$ 175 mil. Siete días más tarde, el 28 de octubre, giró otros US$ 624.335. En tanto Tevez hizo dos giros el 2 de noviembre de 2016 aportó US$ 11.999.000 y dos días después, otros US$ 4.999.000. Total: US$ 16.998.000.
De acuerdo con el expediente, ambos futbolistas depositaron los fondos en la cuenta bancaria del fideicomiso privado, de acuerdo con la información que consta en el expediente. El dinero fue luego utilizado por las compañías de los Macri y sus socios para adquirir los parques eólicos a la española Isolux.
La causa se inició tras la denuncia del diputado del Frente de Todos, Rodolfo Tailhade (FpV) hace dos años. Se investiga que durante el gobierno de Macri, la empresa de su familia obtuvo seis contratos de parques eólicos sin pasar por licitación pública y luego los revendió haciendo una ganancia millonaria.
El caso está a cargo del juzgado federal de Marcelo Martínez De Giorgi por presuntas negociaciones incompatibles y supuesta defraudación a la administración pública.
El dinero representa el 70% de lo que se utilizó para comprar los parques de Isolux, incluyendo Loma Blanca IV, el único de los parques que estaba construido. s otros cinco eran contratos con el Estado para construir nuevos parques.
Vialidad Nacional, durante el mandato del macrismo, paralizó 51 obras en rutas de 17 provincias distintas cuando ya registraban muchísimos avances en diciembre de 2015. En algunos casos el avance físico era mayor al 50 por ciento e incluso al 70 por ciento, pero aun así fueron paradas.
La lógica indica que a Mauricio Macri le convenía terminarlas y florearse en la inauguración, pero el freno se puso igual y por varias razones. La primera, porque se trataba de obras en provincias manejadas por el peronismo o partidos provinciales y porque se decidió usar el dinero para obras en distritos de Cambiemos, principalmente CABA.
La segunda razón de muchas parálisis fue la jugada de ahogar a la constructora con el objetivo de pasar la obra a los amigos del gobierno. La tercera, porque sugerían que había sobreprecios en licitaciones lanzadas por el kirchnerismo, mandaron a revisar y en casi todos los casos terminaron manteniendo las licitaciones originales. Y, ya en la mitad del mandato, irrumpió el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, o sea que se paró gran parte de las obras por orden del FMI. Lo curioso es que, mientras tanto, Mauricio Macri usaba la construcción de rutas como un marketing trucho.
Informes
La conducción actual de Vialidad Nacional, que funciona en la órbita del ministro Gabriel Katopodis, entregó un informe de las obras que ya tenían avances en 2015 y que hasta registraban que los trabajos tenían el financiamiento adjudicado en los presupuestos nacionales. Todo este panorama fue reiteradamente denunciado durante los años anteriores tanto por Sindicato de Trabajadores Viales, que lidera Graciela Aleña, como por Fabián Catanzaro, al frente de la Federación del Personal de Vialidad Nacional.El panorama general queda expuesto también en un trabajo de la FePeViNa:
* La licitación de obras cayó de 161 por año, entre 2004 y 2015, a apenas 31 entre 2016 y 2019.
* Las obras en ejecución pasaron de 600 a 200, lo que demuestra los niveles de paralización.
* La Federación no sólo afirma que hay 51 obras paralizadas –coincide con la conducción de Vialidad– sino que existen otras 60 neutralizadas, que es un forma de decirle al contratista que se lleve las máquinas y que no corren las multas ni los tiempos de cumplimiento.
El frenado de las obras no es gratuito. En primer lugar, produce una verdadera masacre en el empleo. Buena parte de las constructoras debieron despedir personal y algunas pymes del sector hasta entraron en crisis total y cerraron. Pero, además, no sucede que una obra paralizada se puede retomar ahora como si nada hubiera ocurrido: el viento, el agua, el clima en general erosiona y obliga a remontar una situación difícil que se traduce en costos, como en Entre Ríos.
Planilla
En la planilla de Vialidad, algunos datos llaman la atención:* De las 51 obras paradas, en 21 no se hizo nada después de 2016, o sea directamente se abandonaron. No se puso ni un milímetro de asfalto en cuatro años.
* Según las licitaciones vigentes en diciembre de 2015, la casi totalidad de las obras, 46 de las 51, deberían estar terminadas en este momento. Y, como es obvio, no está terminada ninguna.
* De las 51 obras, 31 tenían un avance superior al 50 por ciento en diciembre de 2015 y 10 registraban avances superiores al 90 por ciento. En estos últimos casos, la estrategia fue no terminar, dejar la obra como estaba.
Casos
Algunos ejemplos son demoledores:* Tramos importantes –fundamentales– de la Ruta 9, entre Zárate y San Nicolás, que tienen la calzada más que dañada, tenían ejecución del 80 por ciento en 2015, pero los trabajos están paralizados por «neutralización de obra», un eufemismo usado para decir «no vamos a poner fondos en esto».
* En la misma Ruta 9, ya en Córdoba, cerca de Villa María, se licitaron obras de seguridad. Se había ejecutado el 25 por ciento en 2015, no se volvió a ejecutar nada.
* Más al norte todavía, en la ruta 9, en Tucumán, las obras de seguridad y rehabilitación de calzada estaban avanzadas en un 66 y un 70 por ciento. El último certificado de obra data de abril de 2016. Desde entonces, nada.
* La Ruta Nacional 8, que va de Buenos Aires a Santa Fe, tenía avance del 85 por ciento y 82 por ciento en 2015 en rehabilitación de calzadas. Se paró por «modificaciones de obra», lo que los técnicos de Vialidad dicen que exhibió una increíble ineficiencia de la administración macrista, ya que todo podía ser subsanado más o menos rápidamente.
* La Ruta Nacional 34, que parte de Rosario y va al norte, estaba avanzada en la rehabilitación hasta en un 88 por ciento en 2015. La administración de Macri amagó con planes faraónicos, ilusionó con una autopista, pero nunca destinó presupuesto alguno. Hace un año y medio que no se hace nada por «modificación de obra», la forma que encontraron de frenar los trabajos y cumplir lo que pedía el FMI: no poner más dinero.
* En el caso de la Autopista Balbín, en el tramo que continúa de La Plata a Ensenada, la administración macrista debía terminar el proyecto y de inmediato someterlo a una audiencia pública. En muchos casos, las autopistas tienen objeciones de los vecinos, porque la traza interrumpe o complica la vida cotidiana. Por eso se requiere la audiencia. Lo concreto es que Vialidad ni siquiera ajustó el proyecto para presentarlo a los vecinos y, por lo tanto, la justicia le impidió empezar las obras. Y frente a eso, no se hizo nada, pese a que tenía el 72 por ciento del financiamiento. Algunos dirigentes del sindicato que conduce Aleña dicen que el insólito crecimiento de la estructura gerencial de Vialidad, con ejecutivos traídos de las constructoras, produjo permanentes faltas de definiciones y una virtual parálisis. Otros consideran que el tramo a Ensenada beneficiaba a uno de los intendentes kirchneristas más aguerridos, Mario Secco, y por lo tanto la administración Macri no tuvo el menor interés en avanzar. La prioridad –se evalúa– estuvo siempre en las obras de CABA, territorio del macrismo.
* Un dato curioso surge de lo ocurrido con las rutas que atraviesan principalmente Río Negro, la Nacional 22, de Bahía Blanca a la Cordillera y la 23 de Las Grutas a Bariloche. Se dice que el gran motor para que se concreten esas obras fue Miguel Angel Pichetto. También en estos casos aparecieron problemas legales y Vialidad nunca tuvo la eficiencia ni la voluntad de solucionarlos. Y lo cierto es que –según la planilla de Vialidad– en 2015 los avances ya eran mayores al 80 por ciento, pero hay tramos de la 23 en que no se hace nada desde hace dos años y medio, y otros tramos que no avanzan desde hace cuatro años, mientras que en la Ruta Nacional 22 no hay obras desde hace dos años y dos meses
Esta ruta, la 22, es clave; atraviesa todo el Alto Valle y vincula a Neuquén capital y la zona frutícola con casi todo el país. En estos tiempos se empezó a ganar el mote de Ruta de la Muerte porque van y vienen camiones de gran porte. Como los trabajos se abandonaron, se circula por desvíos de tierra en gran parte del recorrido.
La realidad es que Pichetto terminó siendo candidato a vicepresidente de Macri, mientras las obras que impulsó están paralizadas.
Política
Pero lo ocurrido en Santa Cruz tiene cierto correlato con lo que pasó en otros distritos: se trazaron planes de obras que no se hicieron y, mientras tanto, ni siquiera se hizo un mantenimiento de la red. Hoy por hoy, se calcula que un 65 por ciento de las rutas está en mal estado.
Otras dos provincias visiblemente perjudicadas fueron Formosa y Tucumán, que seguramente consideraron demasiado peronistas, pero tras el acuerdo con el FMI, el parate llegó a todos, salvo al reducto de Cambiemos, CABA.
Final
Lo más asombroso es que, después de las PASO, y cuando ya se vislumbraba la derrota, Macri usó un increíble falso marketing sobre las obras públicas en su ofensiva final para salvar algo del incendio electoral. Exhibió obras inconclusas y mostró como logros lo que en verdad eran incumplimientos.La realidad es que no sólo se redujo al mínimo la obra pública nueva –de 161 licitaciones por año a apenas 31– sino que abandonaron lo que ya tenían avanzado. Los datos demuestras que cortaron más rutas que los piqueteros que tanto critican.
Barros Schelotto financió el negocio de la familia Macri con los parques eólicos
Al igual que 'Carlitos', aportó US$ 800 mil a un fideicomiso para comprar los contratos.
El ex DT de Boca Juniors Guillermo Barros Schelotto financiaron el negocio de los parques eólicos de Sideco, la empresa de la familia Macri, según un exhorto recién desde los Estados Unidos revelado por el diario Perfil.Barros Schelotto al igual que el jugador del mismo club donde Mauricio Macri fue presidente, Carlos Tevez, financiaron el negocio. El delantero fue el titular del 10% de las acciones de una sociedad anónima que Sideco y sus socios crearon para entrar en el negocio de la energía renovable según informó el mismo medio días atrás.
Tevez aportó US$ 16.998.000 mientras que Schelotto una cifra mucho menor: US$ 799.335. Este último realizó dos contribuciones al negocio. El 20 de octubre de 2016 aportó US$ 175 mil. Siete días más tarde, el 28 de octubre, giró otros US$ 624.335. En tanto Tevez hizo dos giros el 2 de noviembre de 2016 aportó US$ 11.999.000 y dos días después, otros US$ 4.999.000. Total: US$ 16.998.000.
De acuerdo con el expediente, ambos futbolistas depositaron los fondos en la cuenta bancaria del fideicomiso privado, de acuerdo con la información que consta en el expediente. El dinero fue luego utilizado por las compañías de los Macri y sus socios para adquirir los parques eólicos a la española Isolux.
La causa se inició tras la denuncia del diputado del Frente de Todos, Rodolfo Tailhade (FpV) hace dos años. Se investiga que durante el gobierno de Macri, la empresa de su familia obtuvo seis contratos de parques eólicos sin pasar por licitación pública y luego los revendió haciendo una ganancia millonaria.
El caso está a cargo del juzgado federal de Marcelo Martínez De Giorgi por presuntas negociaciones incompatibles y supuesta defraudación a la administración pública.
El dinero representa el 70% de lo que se utilizó para comprar los parques de Isolux, incluyendo Loma Blanca IV, el único de los parques que estaba construido. s otros cinco eran contratos con el Estado para construir nuevos parques.
Ni Juntos, ni por el Cambio, se rompe el interbloque
Con dos bandos bien definidos la convivencia dentro del Congreso se vuelve cada vez más dificil entre los miembros. De acuerdo a los propios diputados, las reuniones del interbloque se parecen más a asambleas estudiantiles que a discusiones de estrategia política. A nivel nacional, la interna tiene como principales contrincantes a Horacio Rodríguez Larreta y a Patricia Bullrich.
Se dobla o se rompe. No hay alternativa. Sin brújula, sin liderazgo e inmersos en sus peleas internas los bloque de Juntos por el Cambio en el Congreso comienzan su cuenta regresiva hacia una fractura que parece inevitable.
Las reuniones de interbloque que, según los propios diputados, se parecen más a asambleas estudiantiles que a discusiones de estrategia política y la falta de disciplina a la hora de manejarse dentro del recinto son apenas algunas de las aristas que hacen casi imposible la convivencia dentro del principal interbloque opositor.
Se dobla o se rompe. No hay alternativa. Sin brújula, sin liderazgo e inmersos en sus peleas internas los bloque de Juntos por el Cambio en el Congreso comienzan su cuenta regresiva hacia una fractura que parece inevitable.
Las reuniones de interbloque que, según los propios diputados, se parecen más a asambleas estudiantiles que a discusiones de estrategia política y la falta de disciplina a la hora de manejarse dentro del recinto son apenas algunas de las aristas que hacen casi imposible la convivencia dentro del principal interbloque opositor.
La tensión entre Halcones, cuyas principales figuras mediáticas son Mario Negri y Elisa Carrió, y Palomas, que con bajo perfil se encoluman detrás de Sebastián García de Luca, crece con el correr de los debates parlamentarios. Desde ambos bandos se muestran inflexibles en un punto esencial: Modificar la estructura interna. El ala más dura, los Halcones, no quiere modificaciones y espera que dentro de Juntos por el Cambio solo haya tres expresiones: PRO, UCR y Coalición Cívica. Del otro lado, Las Palomas, piden flexibilidad y reclaman lugar para un cuarto espacio: El peronismo. Entienden, como lo hacía el ala política del Gobierno de Mauricio Macri, que la única manera de ampliar la base de sustentación del espacio es sumando un sector del Partido Justicialista.
Por fuera de los muros del Congreso la fisura emerge en todo Cambiemos, pero a nivel nacional tiene como principales contrincantes a Horacio Rodríguez Larreta y a Patricia Bullrich. La replica que llega hasta el Parlamento también sacude los armados provinciales y municipales.
Desde la estructura parlamentaria que responde a Emilio a Monzó, que ya juega de lleno en su posicionamiento en el provincia de Buenos Aires, aseguran que si se hubiera flexibilizado el interbloque se podría haber contenido a los tres diputados que se fueron luego del recambio legislativo. Bajo esa lógica insisten en que la sangría continuará. Ya sea por goteo o de forma abrupta el principal interbloque opositor perdería, tarde o temprano, 15 de sus 116 diputados.
El Sub bloque Federal que tiene al ex Secretario de Interior del gobierno de Cambiemos, Sebastián García de Luca, como principal referente es el que recoge las voces de los gobernadores radicales y del jefe de Gobierno porteño para llevarlas a las reuniones de bloque. Pese a eso es ninguneado. La tropa cambiemita, en su mayoría, juega al obstruccionismo y no está dispuesta a respetar los acuerdos políticos que puedan alcanzar los gobernadores con la Casa Rosada. El jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, lo sufrió en carne propia cuando en medio de una reunión de bloque llamó por teléfono a Fernando Iglesias para que vote a favor de la modificación del pacto fiscal. Cuando terminó la conversación el Diputroll (Así llaman a Iglesias algunos de sus compañeros de bloque), como si fuera una asamblea, pidió las palabra les comunicó a todos que acabada de cortar con el jefe de Gobierno, que le había pedido que vote a favor, y aclaró que no cumpliría con su pedido porque él representaba a sus seguidores.
La falta de un mínimo verticalismo asombra a los diputados con raíces en el peronismo que asumen como infructuosa cualquier charla con el ala dura de Cambiemos que “está dispuesta sólo a hacer antikirchnerismo”. Desde el Sub bloque Federal cuestionan la posición y buscan que Juntos por el Cambio “se defina por la positiva”. Además se muestran en contra de la radicalización del discurso y apuntan a la moderación. Algo que para el ala de dura de Juntos por el Cambio es un pecado.
La reaparición pública del expresidente Mauricio Macri no alivió las tensiones. Todo lo contrario. La reunión con la mesa chica cayó mal en el sector dialoguista. «Son los que hacen política de gacetilla y viven de la grieta», dijeron.
Dentro de ese escenario complejo desde el entorno del ala dialoguista de Cambiemos no descartan ninguna de las opciones posibles de cara al futuro. Sin embargo aclaran que la única posibilidad de seguir dentro del interbloque es que se habilite el ingreso de un cuarto espacio dentro de la alianza. Creen que para volver a disputar el poder dentro de cuatro años el armado tiene que ser sin Mauricio Macri y con un espacio que pueda tener puentes con el peronismo.
“No podemos seguir sin hacer una autocrítica, no podemos seguir sin reconocer que en lo económico hicimos todo mal, que nos la pusimos de sombrero. Así no hay construcción posible a futuro. Estamos haciendo lo mismo que el kirchnerismo en el 2016. Encima corremos la agenda de atrás y somos incapaces de hacer política e imponer nuestros temas. Si queremos ser opción tenemos ir a un armado más amplió y sin Macri. Necesitamos una construcción que pueda seducir a los que están afuera”, sentenció uno de los diputados que aun forma parte del interbloque que conduce Mario Negri.
Dentro este marco de fragilidad las fisuras que se empiezan a hacer visibles no sorprenden. En los pasillos del Congreso a nadie le pareció extraño que el último jueves el titular de la UCR de Entre Ríos, Leandro Arribalzaga, diera por finalizado el acuerdo con el PRO y minutos más tarde fuera desautorizado por los diputados nacionales de esa provincia. La explicación que esa misma noche surgió de las entrañas políticas de Juntos por el Cambio era tan sencilla como contundente: “No hay conducción”, dijeron.
Las reuniones de interbloque que, según los propios diputados, se parecen más a asambleas estudiantiles que a discusiones de estrategia política y la falta de disciplina a la hora de manejarse dentro del recinto son apenas algunas de las aristas que hacen casi imposible la convivencia dentro del principal interbloque opositor.
Se dobla o se rompe. No hay alternativa. Sin brújula, sin liderazgo e inmersos en sus peleas internas los bloque de Juntos por el Cambio en el Congreso comienzan su cuenta regresiva hacia una fractura que parece inevitable.
Las reuniones de interbloque que, según los propios diputados, se parecen más a asambleas estudiantiles que a discusiones de estrategia política y la falta de disciplina a la hora de manejarse dentro del recinto son apenas algunas de las aristas que hacen casi imposible la convivencia dentro del principal interbloque opositor.
“En una de las últimas reuniones de interbloque Fernando Iglesias dijo que él se debía sus seguidores de Twitter, que son sus votantes, y Waldo Wolf justificó su posición ante uno de los temas que fue tratado hace un par de semanas con una encuesta que había hecho en twitter”, le contó a PáginaI 12 uno de los diputados del ala dialoguista, autodenominada sub bloque Federal, y sentenció: “Yo no tengo nada que ver con eso. Para nosotros la política es otra cosa. No hay posibilidad de compartir una construcción política más amplia cuando se piensa así”.
Por fuera de los muros del Congreso la fisura emerge en todo Cambiemos, pero a nivel nacional tiene como principales contrincantes a Horacio Rodríguez Larreta y a Patricia Bullrich. La replica que llega hasta el Parlamento también sacude los armados provinciales y municipales.
Desde la estructura parlamentaria que responde a Emilio a Monzó, que ya juega de lleno en su posicionamiento en el provincia de Buenos Aires, aseguran que si se hubiera flexibilizado el interbloque se podría haber contenido a los tres diputados que se fueron luego del recambio legislativo. Bajo esa lógica insisten en que la sangría continuará. Ya sea por goteo o de forma abrupta el principal interbloque opositor perdería, tarde o temprano, 15 de sus 116 diputados.
El Sub bloque Federal que tiene al ex Secretario de Interior del gobierno de Cambiemos, Sebastián García de Luca, como principal referente es el que recoge las voces de los gobernadores radicales y del jefe de Gobierno porteño para llevarlas a las reuniones de bloque. Pese a eso es ninguneado. La tropa cambiemita, en su mayoría, juega al obstruccionismo y no está dispuesta a respetar los acuerdos políticos que puedan alcanzar los gobernadores con la Casa Rosada. El jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, lo sufrió en carne propia cuando en medio de una reunión de bloque llamó por teléfono a Fernando Iglesias para que vote a favor de la modificación del pacto fiscal. Cuando terminó la conversación el Diputroll (Así llaman a Iglesias algunos de sus compañeros de bloque), como si fuera una asamblea, pidió las palabra les comunicó a todos que acabada de cortar con el jefe de Gobierno, que le había pedido que vote a favor, y aclaró que no cumpliría con su pedido porque él representaba a sus seguidores.
La falta de un mínimo verticalismo asombra a los diputados con raíces en el peronismo que asumen como infructuosa cualquier charla con el ala dura de Cambiemos que “está dispuesta sólo a hacer antikirchnerismo”. Desde el Sub bloque Federal cuestionan la posición y buscan que Juntos por el Cambio “se defina por la positiva”. Además se muestran en contra de la radicalización del discurso y apuntan a la moderación. Algo que para el ala de dura de Juntos por el Cambio es un pecado.
La reaparición pública del expresidente Mauricio Macri no alivió las tensiones. Todo lo contrario. La reunión con la mesa chica cayó mal en el sector dialoguista. «Son los que hacen política de gacetilla y viven de la grieta», dijeron.
Dentro de ese escenario complejo desde el entorno del ala dialoguista de Cambiemos no descartan ninguna de las opciones posibles de cara al futuro. Sin embargo aclaran que la única posibilidad de seguir dentro del interbloque es que se habilite el ingreso de un cuarto espacio dentro de la alianza. Creen que para volver a disputar el poder dentro de cuatro años el armado tiene que ser sin Mauricio Macri y con un espacio que pueda tener puentes con el peronismo.
“No podemos seguir sin hacer una autocrítica, no podemos seguir sin reconocer que en lo económico hicimos todo mal, que nos la pusimos de sombrero. Así no hay construcción posible a futuro. Estamos haciendo lo mismo que el kirchnerismo en el 2016. Encima corremos la agenda de atrás y somos incapaces de hacer política e imponer nuestros temas. Si queremos ser opción tenemos ir a un armado más amplió y sin Macri. Necesitamos una construcción que pueda seducir a los que están afuera”, sentenció uno de los diputados que aun forma parte del interbloque que conduce Mario Negri.
Dentro este marco de fragilidad las fisuras que se empiezan a hacer visibles no sorprenden. En los pasillos del Congreso a nadie le pareció extraño que el último jueves el titular de la UCR de Entre Ríos, Leandro Arribalzaga, diera por finalizado el acuerdo con el PRO y minutos más tarde fuera desautorizado por los diputados nacionales de esa provincia. La explicación que esa misma noche surgió de las entrañas políticas de Juntos por el Cambio era tan sencilla como contundente: “No hay conducción”, dijeron.
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