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ESPECIAL:COP27 siete logros, ocho problemas y una gran decepción

 

En contra de lo que pueda sugerir el título de este artículo, los logros de esta 27 Conferencia de las Partes, de esta 27 cumbre del clima, no estuvieron equilibrados con los fracasos. El balance global de la COP27 celebrada en Sharm el Sheij (Egipto) es decepcionante. Se ha hecho pública la el acuerdo final de decisiones y, a pesar del estilo administrativo y no siempre directo y claro, puede leerse en varios de los puntos palabras como “preocupación” y “no se alcanzan objetivos”.

En un sencillo y directo discurso de clausura, el neerlandés Frans Timmermans, vicepresidente primero de la Comisión Europea, tras recordar que los amigos solo lo son si pueden decirse cosas que no son agradables de oír, instó a seguir trabajando una vez visto el escaso avance. Ha puesto, como todos los años, la vista en la siguiente COP.

Distancia entre dónde estamos y dónde deberíamos estar es mayor que nunca

Las reacciones no se han hecho esperar, tras el cierre de la cumbre anual, el domingo 20. La distancia entre donde debemos estar y donde estamos en materia de emisiones de gases de efecto invernadero, derechos humanos y equilibrios geopolíticos es más grande que nunca.

Cuando más necesitamos acciones y compromisos para atajar la crisis climática volvemos a escuchar promesas y planes futuros, objetivos sin agendas concretas y presiones para que apenas nada cambie y, sin embargo, que cambie lo mínimo necesario que pueda dar la impresión de que los más de 40 000 participantes en la COP27 no se reunieron en Egipto para nada.

Ha resultado una cumbre del clima distraída con los síntomas e incapaz de abordar causas y soluciones, como lo fueron la mayoría de sus antecesoras. Solo que cada año la brecha entre donde habría que estar y donde estamos se hace más peligrosa.

No obstante, comenzaremos por las siete cosas que sí se lograron o que sí abren esperanzas, para continuar con las ocho cosas que explican el sentimiento generalizado de desilusión y preocupación.

Precisamente el tipo de sentimiento que todo el activismo y todo el debate social que tuvo lugar las semanas anteriores quería evitar.

Siete puntos positivos que alimentan algo de esperanza

  1. Nueva ola geopolíticaEsta COP deja clara la complejidad de la geopolítica y las dificultades para lograr la transición global hacia una descarbonizacón de la economía. Se ha avanzado en la comprensión del problema y por dónde deben ir las soluciones, pero los líderes mundiales deben moverse de las tensiones (como la invasión de Ucrania) y aprovechar al máximo los nuevos acontecimientos geopolíticos positivos, como el regreso de Brasil a la escena mundial y el acercamiento climático entre Estados Unidos y China. Aunque Lula no asuma el cargo hasta el 1 de enero de 2023, ha presentado su visión para la Amazonia, la mayor selva tropical del mundo y foco de la indignación internacional con Jair Bolsonaro.

    Una de las principales cosas que quiere hacer es volver a poner a Brasil en el centro de la geopolítica internacional. Ha tenido más conversaciones con líderes mundiales en Egipto en un solo día que las que Bolsonaro ha tenido en cuatro años. Algo es algo.

  2. Agenda de Bridgetown y sistema financieroLa reforma del sistema financiero internacional para hacerlo más justo y adecuado a su finalidad ha cobrado impulso y reconocimiento. La conocida como Agenda de Bridgetown se presentó junto a la agenda de trabajo planteada de aquí a las reuniones de primavera del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional.

    París acogerá una cumbre sobre este tema en junio de 2023 para resolver el vacío que ha quedado en esta COP y ponerse a trabajar en una reforma estructural del sistema financiero global. Parece que la agenda está clara y con fechas concretas y objetivos tangibles.

  3. Acabar con el lavado verde (greenwashing)Las empresas tendrán que responder a las nuevas normas de las Naciones Unidas y garantizar que sus planes reducen eficazmente las emisiones si quieren ser una parte creíble de la respuesta global al cambio climático.

    El secretario general de la ONU, António Guterres, dijo que habría “tolerancia cero para el lavado verde neto”. Se ha convocado un nuevo grupo de trabajo para avanzar en la regulación de los compromisos de las empresas con el cero neto de emisiones en los países de todo el mundo.

  4. Impulso renovableHubo mención y acuerdos sobre energías limpias, con avances mensurables. Las energías renovables son ahora más baratas que las fósiles en dos tercios del mundo, incluyendo economías emergentes como Brasil, Argentina, Colombia, Chile, Perú, Sudáfrica, Kenia, India, Tailandia, Vietnam y Filipinas.

    La inversión en la transición ha aumentado 25% hasta superar los 708 000 millones de dólares este año a pesar de la crisis económica, incluyendo un impulso masivo al transporte eléctrico.

  5. Transición del carbónEn jornadas realizadas al margen, se cerró un acuerdo de 20 000 millones de dólares para la transición del carbón en Indonesia, y se prevén acuerdos similares para Vietnam y, potencialmente, Senegal.

    Estos avances “JET-P – Just Energy Transition Partnership” se basan en el acuerdo de 8500 millones de dólares alcanzado con Sudáfrica en la COP26. Estas estrategias alineadas podrían ser importantes para acelerar la transición energética mundial.

  6. Próxima parada: la naturalezaEl próximo mes en Montreal, en la COP15 del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB), los líderes mundiales se reunirán para establecer un acuerdo global para la naturaleza. Sabemos que no podemos alcanzar el objetivo de no rebasar 1,5℃ sin proteger la naturaleza, y sabemos que la naturaleza es la primera línea de defensa contra los fenómenos meteorológicos extremos.

    Por ello, la cumbre del CDB en Montreal es una oportunidad para corregir algunos de los errores de la COP27, proporcionando objetivos, calendarios y financiación muy necesarios para reparar esta pieza del rompecabezas climático.

  7. LitigiosMientras tanto, los riesgos de litigio están aumentando rápidamente para los gobiernos y las empresas que no cumplen con el Acuerdo de París. Ha habido más de 2000 casos climáticos que ya han sentado un precedente legal. Los casos en curso abarcan cuestiones como los objetivos climáticos ineficientes, la contaminación ambiental, las violaciones de los derechos humanos y el lavado verde, entre otros. Estos casos están demostrando que la acción climática es un deber legal, no una opción voluntaria.

Ocho problemas  por escasos progresos y razones para la decepción

  1. Apoyo para hacer frente a pérdidas y dañosEl haberse centrado en los síntomas del cambio climático, esos síntomas que se engloban en lo que se llama “pérdidas y daños”, refleja la incapacidad global para enfrentarse a la terrible realidad de que dependemos en 80% de los combustibles fósiles.

    Deberíamos centrarnos en que no ocurran más daños y pérdidas y sin embargo estamos explorando cómo compensar a quienes los sufren. Además, los países ricos aún no han entregado los 100 000 millones de dólares anuales que prometieron desde hace años y que en la COP26 de Glasgow parecían inminentes.

    No hay claridad en los términos de los acuerdos de financiación. En el último momento, bueno, más bien en el tiempo de descuento, se han logrado algunos acuerdos incompletos y apresurados al respecto.

    La reevaluación de los países que pagan y los que reciben es una cuestión importante que queda relegada para el próximo año. A falta de una fuente de financiación inmediata, las promesas de pérdidas y daños se destinaron principalmente al Escudo Global y a los sistemas de alerta temprana de la ONU, con algunos compromisos para la Red de Santiago y proyectos específicos para cada país. Se hicieron nuevas promesas de contribuciones de 340 millones de euros para pérdidas y daños.

  2. ¿Implementación?Lo más decepcionante es precisamente la implementación de lo que el propio G20 en esos mismos días de la COP27 habían acordado: “Aumentar urgentemente la ambición de mitigación y adaptación”, centrándose también en la financiación de pérdidas y daños. La falta de concreción indica que los países desarrollados siguen sin aceptar que las crisis geopolíticas, energéticas y económicas son razones para acelerar la acción, no para romper las promesas una y otra vez.
  3. Combustibles fósiles y naturalezaEl acuerdo alcanzado en Sharm el Sheij no abordó las causas de los impactos del cambio climático: el uso de combustibles fósiles y la destrucción de la naturaleza. Los países no llegaron a un acuerdo para la eliminación progresiva de todos los combustibles fósiles, basándose en el llamamiento a la eliminación progresiva del carbón realizado en la COP26 de Glasgow.

    Y no lo hicieron porque el tema apenas estuvo en la mesa, como otro de las más inquietantes, que tampoco estuvo presente: el de los subsidios a los combustibles fósiles por parte de los Estados. Sin estos temas en el centro de las negociaciones no debe extrañar el escaso progreso en los objetivos principales de la acción climática.

  4. ¿Es 1,5℃ todavía un objetivo a nuestro alcance?La incapacidad para avanzar en materia de emisiones se produjo a pesar de que el mundo ha experimentado impactos climáticos que alteran la política, la economía y las tensiones entre países. Las fuertes sequías y olas de calor en Europa, las inundaciones en Pakistán, Nigeria y Australia y la sequía en Estados Unidos son ejemplos de cómo las estructuras de ayuda y apoyo, como el fondo de pérdidas y daños, tendrán más demanda en el futuro por no haberse atajado los problemas de origen.

    En las decisiones finales de la COP27 se hace referencia al escenario de 1,5℃ planteado en la COP21 de París, pero solo se reconoce el objetivo. No se mencionan las vías ni los planes para alcanzarlo. No ha habido líderes que hayan roto con la industria de los combustibles fósiles.

  5. ¿Quién paga y quién recibe?India y China se han convertido en las mayores economías del mundo desde que se estableció la definición de países “desarrollados” y “en desarrollo” en 1992. La UE y Estados Unidos quieren que se reflejen las circunstancias actuales. China y la Liga de los Estados Árabes, productores de petróleo, quieren que se tenga en cuenta el equilibrio histórico. Esto genera un círculo vicioso que bloquea los acuerdos pero que tendrá que cuadrarse en los próximos años.
  6. El cambio de rumbo que aún no llega a ÁfricaSe pensó que esta sería la COP africana, pero no se ha generado mucha financiación nueva para los países vulnerables, sean africanos o no –dejando mucho por hacer en 2023–, ya que se instó a los países a aumentar la financiación de la adaptación, pero sin concretar.
  7. Derechos humanosLa presidencia de la COP27 estuvo bajo presión durante toda la reunión por su enfoque de los derechos humanos. Se subrayó la conexión entre el espacio cívico y la acción climática. Es evidente que la lucha por el aumento de la libertad en Egipto, como en tantos otros países, continuará mucho después del final de esta reunión.
  8. Grupos de presión de los combustibles fósilesLos 636 grupos de presión de los combustibles fósiles y los directores generales de BP, Shell, Total y Occidental que recorrieron los pasillos deseosos de mostrar sus credenciales ecológicas estaban aquí por una razón: la transición energética tiene un impulso imparable y representa una clara amenaza para sus negocios.

    Es probable que el año que viene la industria y sus patrocinadores estatales sigan afirmando su influencia en el proceso. La desinformación seguirá siendo una herramienta clave en sus operaciones de presión. No deberíamos dejar que ocurra.The ConversationEl gran logro del fondo para pérdidas y daños salva del abismo a la COP27

  9. Estuvieron al borde del naufragio y no se fueron felices, pero sí con la satisfacción de que obtuvieron lo mejor posible. Los países del Sur global consiguieron en la COP27 algo determinante: la creación de un fondo especial para atender los llamados daños y pérdidas producidos por el cambio climático en los países más vulnerables.

    El fondo, se establece en el Plan de Implementación de Sharm el Sheij, el documento oficial aprobado al despuntar este domingo 20 en esta ciudad egipcia, deberá habilitar la “rehabilitación, recuperación y reconstrucción” posterior a los fenómenos climáticos extremos en esos países vulnerables.

    Las decisiones sobre quiénes proveerán el dinero, a que países beneficiará y cómo se va a movilizar quedaron pendientes para que lo defina un comité especial. Pero el fondo se logra pese a que el tema ni siquiera formaba parte de la agenda oficial de negociaciones de la cumbre, aunque sí protagonizó el debate público desde antes de la misma cumbre.

    “Nos vamos conformes de que los países desarrollados hayan aceptado la necesidad de crear el Fondo. Por supuesto, hay mucho que discutir para la implementación, pero era difícil pedir más en esta COP”, dijo a IPS Ulises Lovera, director de Cambio Climático de Paraguay, con el cansancio de una negociación más larga de lo previsto, el domingo a la madrugada en el aeropuerto de Sharm el Sheij.

    «Esta Conferencia ha dado un paso importante hacia la justicia. Acojo con satisfacción la decisión de establecer un fondo para las pérdidas y los daños y de ponerlo en marcha en el próximo periodo», dijo el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres. También calificó como un logro que no se cruzase una “línea roja”, la de flexibilizar la gran meta climática de que las emisiones se reduzcan 1,5 grados.

    Más de 35 000 personas de casi 200 países participaron durante dos semanas en la 27 Conferencia de las Partes (COP27) sobre Cambio Climático, en Sharm el Sheij, esta ciudad balnearia egipcia sobre el mar Rojo, donde se exhibió, en ocasiones con dramatismo, la crítica dimensión del recalentamiento planetario en las diferentes regiones del mundo.

    Prácticamente todo lo que tiene que ver con el futuro de los modos de producción y de vida de la humanidad -con la energía y los alimentos en primer lugar- fue discutido en un megaevento que excedió con mucho a las delegaciones oficiales de los países y a los grandes líderes  presentes, como el presidente estadounidense Joe Biden y el mandatario electo brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva.

    Cientos de organizaciones sociales, organismos internacionales y actores del sector privado llegaron hasta aquí para mostrar su trabajo, buscar recursos, tejer alianzas, intentar influir en la negociación, defender sus intereses o simplemente estar en un escenario que parece dar para todo tipo de iniciativas y negocios

    En el gigantesco Centro de Convenciones de Sharm El Sheij también hubo una feria global con actividades incesantes de la mañana a la noche en los diversos pabellones, en  estands con auditorios de entre 20 y 200 sillas, en los que hubo un abrumador programa de presentaciones, charlas y debates, sin olvidar las manifestaciones más o menos nutridas de activistas en el exterior del recinto.

    Además los delegados gubernamentales negociaron sobre el meollo de la cumbre: como avanzar con la puesta en práctica del Acuerdo de París, que en la COP21 de  2015 fijó objetivos mundiales de mitigación y adaptación al cambio climático.

  10. Al borde del fracaso

    Una vez más, el Plan de Implementación de Sharm el Sheij, de nueve páginas, no incluyó en ninguna de ellas una referencia a la necesidad de abandonar los combustibles fósiles, sino solamente el carbón.

    El documento fue fruto de una negociación que debía terminar el viernes 18 pero finalizó solo el domingo, como sucede habitualmente en las COP. Lo distinto en esta ocasión fue una discusión muy dura y con amenazas de abandono de algunos negociadores, incluidos los de la Unión Europea.

    Pero al final  se mantuvo el objetivo de limitar el aumento de temperatura a 1,5 grados Celsius, establecido en el Acuerdo de París, cuando varios países pretendían flexibilizarlo hasta 2,0 grados, lo que hubiera constituido un retroceso de efectos dramáticos para el planeta y la humanidad, según especialistas y activistas climáticos.

    Esa meta “requiere rápidas, profundas y sostenidas reducciones en la emisión de gases de efecto invernadero, de 43% para 2030 en comparación con el nivel de 2019”, se lee en el texto, aunque no se mencione al petróleo y el gas, los fósiles más responsables de esas emisiones, en un compromiso de los habituales en las COP, ya que los acuerdos son por consenso.

  11. Al borde del fracaso

    Una vez más, el Plan de Implementación de Sharm el Sheij, de nueve páginas, no incluyó en ninguna de ellas una referencia a la necesidad de abandonar los combustibles fósiles, sino solamente el carbón.

    El documento fue fruto de una negociación que debía terminar el viernes 18 pero finalizó solo el domingo, como sucede habitualmente en las COP. Lo distinto en esta ocasión fue una discusión muy dura y con amenazas de abandono de algunos negociadores, incluidos los de la Unión Europea.

    Pero al final  se mantuvo el objetivo de limitar el aumento de temperatura a 1,5 grados Celsius, establecido en el Acuerdo de París, cuando varios países pretendían flexibilizarlo hasta 2,0 grados, lo que hubiera constituido un retroceso de efectos dramáticos para el planeta y la humanidad, según especialistas y activistas climáticos.

    Esa meta “requiere rápidas, profundas y sostenidas reducciones en la emisión de gases de efecto invernadero, de 43% para 2030 en comparación con el nivel de 2019”, se lee en el texto, aunque no se mencione al petróleo y el gas, los fósiles más responsables de esas emisiones, en un compromiso de los habituales en las COP, ya que los acuerdos son por consenso.

  12. Las crisis que llegaron juntas

  13. La humanidad -según reconocieron los Estados parte en el documento final- vive hoy un momento dramático.

    Enfrenta distinta crisis al mismo tiempo: alimentaria, energética, geopolítica, financiera y económica, que se combinan con desastres naturales más frecuentes debido al cambio climático. Esta realidad que está castigando especialmente a las naciones en desarrollo.

    En ese contexto, cobra más relevancia el reclamo de financiamiento de los países del Sur global

    Cecilia Nicolini, secretaria de Cambio Climático argentina dijo a IPS que son los países desarrollados, por su mayor responsabilidad en el cambio climático, los que deben financiar a los países en desarrollo y lamentó: “el problema es que las reglas las ponen los poderosos”.

    Sin embargo,  80 % del dinero que se está destinando hoy en el mundo para acciones vinculadas al cambio climático se invierte en el mundo desarrollado, según informó en Egipto el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF, en inglés), el mayor financiador planetario de la acción climática, con 121 000 millones de dólares aportados a 163 países en los últimos 30 años, de acuerdo a sus propios números.

    En ese contexto, la cuestión de las Pérdidas y Daños va un paso más allá que la adaptación al cambio climático, porque supone reparar los impactos concretos del cambio climático que ya se han producido, como la destrucción material causada por sequías, inundaciones o incendios forestales.

    “Quienes están soportando la carga del cambio climático son los hogares y las comunidades más vulnerables. Por eso el Fondo para Pérdidas y Daños debe ser establecido sin demoras, con fondos nuevos que provengan de los países desarrollados”, dijo Javier Canal Albán, viceministro de Ordenamiento Ambiental del Territorio de Colombia.

    “Es un imperativo moral y de justicia climática”, agregó Canal Albán, quien habló en conferencia de prensa, en nombre de AILAC, el bloque negociador que agrupa a varios países de América Latina y el Caribe.

    La realidad, sin embargo, va hasta hoy por otros carriles. En el propio texto del documento final se reconoce que hay una brecha cada vez más grande entre lo que los países en desarrollo necesitan y lo que efectivamente reciben.

    Las necesidades de financiamiento de estos países para la acción climática hasta 2030 fueron estimadas en 5600 billones (millones de millones) de dólares, pero los países desarrollados -como se reconoció- ni siquiera han cumplido con su compromiso de aportar 100 000 millones de dólares anuales, comprometidos desde 2009, en la COP15 de Copenhague, y ratificados en 2015, en la COP21 que aprobó el Acuerdo de París.

    Fue la ausencia de una referencia a la necesidad de acelerar el abandono del petróleo y el gas natural lo que frustró, de todas maneras, a varias de los líderes en la COP. “Consideramos que si no hacemos una eliminación gradual de combustibles fósiles no habrá ningún Fondo que pueda pagar las pérdidas y los daños producidas por el cambio climático”, dijo a IPS Susana Muhamad, ministra de Ambiente de Colombia, quien estuvo las dos semanas de conferencia en Sharm El Sheij, del 6 al 20 de noviembre.

    “Tenemos que poner a las víctimas en primer lugar para hacer una transición ordenada y justa”, concluyó, expresando el sentir de los gobiernos y sociedades del Sur en esta COP27 finalmente cerrada.

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